lunes, 12 de marzo de 2012

Llorando en Silencio



Ella estaba más fría e inmóvil que antes y su mirada se pierde en un punto lejano que es difícil distinguir. No tiene muchas intenciones de correr, no tiene muchas fuerzas para pelear, ya casi ni respira. Es un momento silencioso, y no porque ella lo haya decidido así, sino porque ha sido un momento obligado y desfasado.
Ya es de noche y no quiere volver, no quiere encarar un momento que no sabe como enfrentar, simplemente prefiere ahogarse en las poquitas lagrimas que corren por su rostro. Tan solo piensa que hace pocas horas Ella estaba, tranquila sonriendo y ahora está desganada y sin fuerzas, buscando la manera de cerrar los ojos por un momento y pensar que todo ha sido una pesadilla.
Ya ha comenzado a sentir la  soledad, la brisa es tan suave pero tan helada que se mete por lo huesos, lo que genera un miedo terrible; Entonces Ella comienza a gatear, recordando lo familiar de este acto que no hace mucho había dejado atrás, entre el barro y las hojas secas está intentando ponerse de pie, pero ella está muy débil. No se ha percatado que le falta un zapato, que su suéter y su bolso se quedaron a escasos metros. Simplemente quiere seguir hacia adelante sin voltear jamás hacia ese lugar oscuro y frio.
Lo logró, está de pie, pero aun se tambalea. Desorientada, asustada, sollozando y con un aspecto deplorable y muy andrajoso. Comenzó a recordar lo que le costó, hace tan poco, ponerse de pie y agarrarse de cuanta cosa veía para no caerse. Ahora está agarrada de un barandal, que divide el paseo municipal, de la calle; pero éste hecho no es tan agradable como el que recordaba, por el contrario, en el pasado se sentía insegura pero con alegría y emoción, ahora está insegura, triste, asustada y desmoronada. Quiere correr, pero no puede, quiere gritar pero no tiene voz, intenta salir de todo esto pero a su vez siente que se desvanece.  Ya pues, y habiendo pasado por todo este avatar, logro incorporarse y en una reacción casi violenta, comenzó a correr, comenzó a jadear sin parar, el desespero invadió su cuerpecito malogrado, y en poco momento ya estaba a orillas de la puerta del edificio donde vivía.
Ya no estaría más sola, ya no estaría insegura ya no hay que correr más. Ella está ahora en los brazos de su madre, ella está en posición fetal regresando, en sentido figurado, al vientre caliente y seguro de su progenitora.  Los llantos, los abrazos incontrolables, el desconsuelo visual, el desespero y la alegría de saber que ella estaba allí, eran una escena inimaginable, increíble que debía ser perpetuada en el tiempo.
La sangre, su ropa, los golpes y el parte forense  definieron la agresión, indicando que fue brutal y que había soportado un momento cargado de sufrimiento y desespero. Ella tuvo que pasar en tan solo un instante de un estado natural del ser, a un estado innatural forzado.
Ella es para mí una niña de 12 años, se llama Ella Hija de Todos, vive el cualquier lugar de nuestro mundo, su madre es cualquiera que tenga una hija, su padre pueda que esté o no. Ella es mi inspiración, Ella es todas Ellas, Ella es la que sufre en silencio y la que grita que quiere ser libre. Ella pudiera ser la hija que no tengo aun, pero que al escribir de Ella es como si la tuviese. Ella es la que nunca corrió, sino que yace hoy en algún cementerio o quizá nunca se encontró su cuerpo. Ella es mi preocupación y mi comprensión, queriendo que ninguna niña, joven o mujer pase lo que pasó Ella.
Jesús Calderín 

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