Una rosa blanca deje
caer sin saber,
Y al tocar el suelo
se manchó de rojo,
Sangre de tus ojos vi
caer,
Y todo ha sido culpa
de mi ser.
Esa tarde te vi
partir,
Entre llantos y
sollozos,
Tanto dolor no podría
resistir,
Ni los maltratos, ni
los despojos.
Es hoy una cueva en
el olvido,
Tu refugio y tu
llanto,
Hace tiempo ya que me
había ido,
Y conmigo se fue tu
encanto.
Jesús Calderín
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